lunes, 12 de octubre de 2015

La guerra silenciosa todavía no ha acabado



En una feria de arte, un alumno mío se encontró con un coleccionista de avanzada edad. Tras una breve charla, acordaron que el coleccionista visitaría el estudio del joven. Al día siguiente, aquel señor se enfrentó con valentía a la empinada escalera del loft del pintor y por fin se encontró ante la puerta del estudio. El pintor le dio la bienvenida y el coleccionista, jadeando, entró en el taller. Tras echar un vistazo a los lienzos que el artista había distribuido por la estancia, exclamó: −¿Es eso lo que querías mostrarme? ¿Esos cuadros anticuados? ¿Esas pinturas oscuras, esas caras tristes? ¡Esto no es arte, muchacho! ¿Me has hecho subir hasta aquí sólo para ver esto? El pintor se quedó estupefacto. −¡No engañes a la gente de esta manera! Y salió enfurecido. ¿El coleccionista fue engañado? ¿Por quién? Hagamos unas cosideraciones: La mayoría de entendidos son de la opinión de que el artista francés Paul Cézanne extrajo su mundo pictórico de su interior. ¿Pero, de dónde brota esa inspiración? Cézanne nos presenta una paleta con cuarenta colores puros, sin mezclar.

En una pintura, la imagen de un cordón de zapato debería tener tanta importancia como el ojo humano. ¿De dónde surgieron estas ideas? ¿Quién encargó al artista moderno pintar como un niño? Después de haber hecho intentos mediocres para crear imágenes barrocas, Cézanne leyó Crítica del Juicio, del filósofo Emmanuel Kant (1724−1804), y se convirtió en un ilustrador de sus reglas de arte.

En Crítica del juicio, Kant buscó la verdad en la belleza del arte. Una belleza silenciosa, sin referencia a nada, era lo ideal para él. Y el creador de arte, un Genio con mayúscula, poseía un don sin referencias de este mundo. Goethe dijo de laCrítica del Juicio de Kant, que nadie podría llegar a ser artista sin haberlo leído.

Según Kant:
Un Genio nunca copia el estilo de otro. La técnica, por tanto, no puede ser reutilizada.
El Genio propone algo que nadie ha visto antes.
El Genio es el ejemplo de la belleza; todos los demás artistas deben ser juzgados de acuerdo con este Genio.
El Genio sigue los mismos hábitos de vida que Genios anteriores. De modo que si, por ejemplo, usted es un compositor que estudia Beethoven, no debería imitar su música, pero sí su hábito de tomar café.
Y, finalmente, el Genio no debe mezclar los colores, ya que entonces cada color puro se ensucia.

Medio siglo antes de Cézanne, Madame de Stäel fue de viaje a Berlín y regresó entusiasmada: la cuna del pensamiento: l’Allemagne.

La vida cultural de Francia está iluminada por el pensamiento de los idealistas alemanes, como Georg Wilhelm Friedrich Hegel (1770−1831), que escribe en su

Estética que… la manera de imitar el clasicismo no es suficientemente buena. Y que… el espíritu debe encontrar su grandeza en sí mismo.

Pero su gran idea es la afirmación de que el genio es un producto de los tiempos. No obstante, si el artista no respeta esa ley,… por ejemplo, tratando de escribir una obra como Shakespeare en el siglo veintiuno, la doctrina de Hegel determinará que el artista sea olvidado, y sus derechos de autor eliminados. Son afirmaciones de Hegel.

Siguiendo con su alegato, usted no tiene que ser bueno sinó nuevo.

Durante la época romántica, los alemanes comenzaron a desarrollar la idea de que eran los verdaderos portadores de la cultura al mundo. Una nueva religión.

También fue la filosofía de esa época la que determinó como Arte lo que en la actualidad llamamos Modernismo.

Desde su nacimiento en el siglo dieciocho, el arte se había desarrollado más como una cuestión de mandatos teológicos que como una filosofía.

Para entender qué hay detrás de la idea del arte abstracto, tenemos la filosofía de Kant. Para el pop art, la filosofía de Hegel.

La filosofía alemana se convirtió en decisiva para el siglo veinte, pero casi ningún artista conocía sus orígenes. Al cabo de los años dicen que, simplemente, les llegó.

Con el tiempo, la comprensión de la filosofía estética de Hegel se simplificó y las interpretaciones populares circularon ampliamente. Éstas son algunas de ellas:
Que una pieza de trabajo, si no es nueva, no tiene valor.
Que un artista puede abrir el camino hacia el futuro.
Que él está por delante de su tiempo.
Que un artista siempre se renueva a sí mismo.

Mientras Kant habla sobre el ser que siente, Hegel habla sobre el lugar del individuo en la sociedad. Estos pensamientos representan una mezcla ilógica. Nadie puede ser uno mismo y a la vez ser un seguidor de su tiempo.

La verdad es que en nuestra época, a partir de las guerras mundiales del siglo anterior, se ha mantenido en silencio el origen filosófico del término arte.

La influencia de Kant y Hegel en el mundo ha sido grande y considerablemente más importante que las ideas de Marx y Freud.

Ayn Rand, en una ocasión, describió a Kant como el verdadero villano de nuestro tiempo.

En las universidades europeas, de Historia del Arte − Sociología − Historia de las Ideas − Filosofía − Historia Universal − Psicología…, todos los llamados temas semimetafísicos están totalmente acorde con el espíritu de Kant. La gente de la calle habla en la línea de su espíritu.

Es difícil imaginar un mundo diferente al mundo occidental, en el que muchos de nosotros hemos nacido.

Pero sí, existió una cultura antes de la germanización de Occidente en los siglos diecinueve y veinte, y este mundo estuvo coronado con poesía.

La antigua cultura griega es el mayor milagro alcanzado en la tierra durante la historia humana, tal como la conocemos.

Consideremos a los escultores, por ejemplo, midiéndolos con un artesano medio como fue Da Vinci.

¿Y cómo era la vida de un pintor clásico en Atenas, en el año 300 a.C.?

Plinio el Viejo, tres siglos y medio más tarde, glosó al artesano griego como un trabajador virtuoso que fue altamente respetado.

Aristóteles nos ofrece información sobre el pintor antiguo: dice que mezclaba los colores blanco, negro, amarillo y rojo, con el fin de lograr la armonía en su obra. La combinación de esta cuatricromía recibe el nombre de La Paleta Apeles, y ha sido heredada por pintores como Velázquez, Rembrandt, Zorn y los Tiziano tardíos.

Los pintores de la antigüedad eran magos de su propia época.

Pero, ¿que pensaban los griegos acerca de su tiempo? No existía ninguna idea espiritual sobre el fin del mundo. El tiempo lo experimentaron como épocas, y respetaron a sus dioses, que les protegían con sabiduría.

Europa ha heredado su cultura de la antigüedad −podemos llamarlo… el barroco expresivo−. ¿Es ante esto que los filósofos alemanes reaccionaron: ante el propósito de una norma objetiva, el cuerpo clásico plasmado en movimiento?

Según la creencia cristiana, el Limbo era una morada para las personas nacidas antes de la muerte y glorificación de Jesucristo. En el Limbo, nos encontramos con el difunto Platón flotando y conversando con Abraham e Isaac.

Sólo después de la resurrección de Cristo estamos capacitados para ver el Paraíso, siempre que sigamos sus enseñanzas. Si no lo hacemos, nuestro destino es el Infierno.

La posición de Jesucristo en la Roma Medieval no es tan distinta a la de Kant en la historia reciente.

Si Diego Velázquez hubiera vivido y trabajado en los cien años siguientes a la publicación de la Crítica del Juicio, su destino habría sido el kitsch.

Después de mil años de cristiandad iconoclasta −desde la caída de Roma hasta el final de la Edad Media−, resucitó el clasicismo de los tiempos antiguos.

Ahora estamos viviendo la era del arte, un concepto que tiene poco más de doscientos años de antigüedad. Si los comisarios de arte logran su propósito, el arte permanecerá bajo su dominio durante ochocientos años más. ¿Es eso lo que queremos?

Pero, recuperemos al viejo coleccionista del principio:

Al calificar las obras del joven pintor como pasadas de moda, simplemente se limitó a seguir las ideas fundamentales de Kant y Hegel acerca de lo que el arte debe o no debe ser.

Arte, para el coleccionista, era lo que llamamos modernismo, creyendo correcta la idea de que el arte es un fenómeno moderno arraigado en la autonomía y la mística.

En primer lugar, el Clasicismo nunca tuvo nada que ver con el arte, a pesar de que llegó hasta el Renacimiento a través de la filosofía de Aristóteles y de la estética de la antigüedad.

La pregunta que queda es: ¿quién asesoró al coleccionista?

Los historiadores de arte son, casi siempre, asesores de los ricos, y han ganado posiciones como magistrados de la estética.

Kant dijo que un técnico, independientemente de la cuestión a tratar, debería designar al genio. Pero, ¿el historiador de arte posee mejor conocimiento sobre la composición y la interpretación de la piel que un pintor?

Desde que el historiador de arte se convirtió en un soldado de infantería para el misticismo Kant−Hegel, grandes talentos han pasado por alto, y el ascenso hacia el éxito se ha convertido en un juego de lotería.

Todo el conocimiento precedente ha sido desechado por la filosofía alemana de la Era Romántica.

Y el culpable no es el artista. El pobrecito no es más que una patata que debe ser triturada. El único culpable es el historiador de arte. Salvo algunas excepciones, todos están invadidos por la filosofía alemana, y la defienden como soldados.

En los museos, los críticos de arte lo deciden todo: deciden por los coleccionistas, por los compradores… Son los consejeros del Gobierno y su poder es pernicioso.

Kant dijo que el crítico debe ser una persona que carezca de conocimientos sobre el trabajo que está valorando. Y añade que el objetivo de la crítica no debería ser la habilidad o la técnica, sino el genio puro e intacto.

En Occidente, todo el mundo está educado de la misma forma, y aquel que no está de acuerdo con la norma, se queda solo, sin empleo y pierde su legitimidad.

El Modernismo, como un estándar de calidad, ha mantenido su poder mediante la financiación gubernamental durante más de cien años. Los empleados y empleadas de la limpieza pueden quejarse todo cuanto quieran, pero los intelectuales universitarios siguen sonriendo.

En una carta a Alma Mahler, en 1914, el compositor Arnold Schönberg denunció la música de Bizet, Ravel y Stravinsky:

Vamos a lanzar a estos mediocres traficantes de kitsch a la esclavitud y a enseñarles a venerar el espíritu gemánico y a adorar al Dios alemán.

Atestigua, así, la idea del Modernismo, en su apogeo, a principios del siglo veinte.

Dos años más tarde, fue publicada la siguiente declaración sobre Vincent Van Gogh:

Él representó la batalla del espíritu alemán en contra de la forma clásica.

Pocos comprenden que este Modernismo se basa en una filosofía desarrollada por dos pensadores, una filosofía de mandamientos.

Sé cómo librarnos de este monopolio y dejar que el diálogo reviva en esta zona de combate y de tiranía consensuada.

En el Imperio Romano, un médico llamado Claudio Galeno llegó a tener influencia sobre la clase política. Bajo su cuidado, a menudo había gladiadores heridos. Para evitar infecciones, Galeno separó a sus pacientes:
Un hospital para operaciones quirúrgicas
y otro para enfermedades contagiosas.

Gracias a esta medida, muchos gladiadores, sin infecciones y heróicamente, pudieron morir en la arena.

Los cirujanos conocen minuciosamente la parte de la anatomía humana en la que se han especializado. El talón de Aquiles del hombre moderno poco ha variado del de su propietario original.

Sin embargo, el apartado epidemiológico es sorpresivo: Un día apareció el cólera, otro la peste, la sífilis, malaria, ébola, sida… y así sucesivamente. Frivolizando un poco, podríamos hablar de modas, como con la vestimenta: a cada temporada su bacteria.

Nadie puede saber a ciencia cierta cuándo y cómo aparecerá una nueva epidemia. Ni si será espontánea o de diseño.

Galeno entendió que la distancia entre esos dos edificios era terapéutica.

Este conocimiento desapareció en cuanto el cristianismo se afianzó en Europa.

A ejemplo de Galeno, podríamos hacer una analogía con el arte: ¿Qué tal una división de principios estéticos?
Una Facultad de Filosofía visual alemana, basada en las ideas de Kant y Hegel.
Y una Facultad de Filosofía visual clásica, basada en las ideas de Aristóteles.

El campo de la filosofía visual alemana consiste en pensamientos que van a la deriva y una idea del tiempo estricta y lineal. Es un terreno fértil para el descontento, adornado por una identidad santa.

La visión del mundo de Aristóteles es completamente diferente. Vivía en un mundo circular, donde el tiempo se había detenido, como hoy en día. Nosotros sólo… envejecemos.

Aristóteles decía:
El pintor se recrea en la imitación, mientras que el espectador disfruta con la identificación.
Todo lo que hagas debe servir a un propósito, por lo que el objetivo de la poesía, por ejemplo, es transmitir verdades universales acerca de la humanidad.
Uno debe inventar utilizando lo mejor del pasado.
Sólo un pintor tiene autoridad real para criticar las pinturas de otro.
A cualquier arte se le puede aplicar una calificación objetiva, ya que las personas hábiles en su oficio conocen el porqué de cada cosa que se hace.
Uno no se limita a nacer con un talento, sinó que también puede desarrollar habilidades a través de la virtud y la práctica.
Y, finalmente, que un pintor, un dramaturgo, un músico o un escultor deben, en todo momento, evitar la originalidad.

Según Aristóteles, es preferible hacer uso de los mitos existentes. A pesar de que eso no excluye para nada el deseo de la gente de crear sus propias historias −aunque Aristóteles abocó al poeta al fracaso, en caso de que eligiera este modo de expresión.

Rembrandt ilustró historias de la Biblia y, milagrosamente, aumentó el poder de la palabra escrita. Y Tiziano mitificó a los apóstoles cristianos.

Pero los historiadores de arte han ignorado el elemento poético en la pintura del Renacimiento, interpretándola de un modo altamente intelectual.

Y el historiador de arte, que ha sido educado en el espíritu del pensamiento alemán del siglo diecinueve, es el que toma las decisiones.

Sin embargo el mundo está pidiendo a gritos una alternativa.

El crítico de arte debería conocer la otra cara de la historia. Según las doctrinas de la estética moderna, la mayoría de obras que encontramos en el Louvre deberían ser etiquetadas como kitsch −las que se hayan hecho después de Kant, por supuesto.

Hay una grave confusión acerca de cómo han cambiado los conceptos con el tiempo. Hay un mundo de diferencias entre la artesanía del siglo diecisiete y el arte del dieciocho.

¡Despierta! Los soldados de ISIS están luchando en Irak y Siria en nombre del Islam. ¿Los historiadores de arte están luchando también por su propia causa? Ambos desprecian el cuerpo desnudo. Los alemanes nunca lograron crear un desnudo femenino sensual.

¿Hemos de sufrir eso?

Lo que necesitamos es diálogo, no un monopolio. Si no superamos el monopolio, que es evidente en el mundo del arte de hoy, el monstruo de un sólo ojo nos seguirá devastando.

¿Y cuáles son las herramientas para librar al mundo de este problema?

Tras publicar, mi exalumno Jan−Ove y yo, el libro El kitsch, en 1999, tuvimos conocimiento de un hecho interesante:

Un comentarista de arte, muy germanomaníaco y autor de críticas bastante lamentables, escribió un artículo sobre una exposición figurativa clásica para un periódico líder en Noruega. En su introducción manifestó que, desde que había leído el libro El kitsch, había decidido valorar las exposiciónes desde un punto de vista clásico −excluyendo cualquier consideración basada en los principios reinantes en las reglas del arte.

Tras este preámbulo, trazó una evaluación magnífica de la exposición. Ni antes ni después, el escultor clásico Per Ung, tuvo una aceptación semejante.

No hay que considerar tan lógico que el mundo tomara el rumbo que tomó. Si no hubieran existido los filósofos alemanes del siglo dieciocho y diecinueve, el Modernismo no hubiera llegado. Mucho de lo que vemos a nuestro alrededor hoy en día tampoco existiría.

Ha llegado el momento de superar el dominio alemán en los países europeos y la influencia que tiene sobre los museos modernos… y vacíos.

Todos estamos contentos con el Renacimiento. ¿Por qué?

Porque el Clasicismo resucitó a partir de una Edad Media hambrienta. Se hizo más común estudiar Aristóteles, y como resultado, Europa comenzó a respirar de nuevo. Fue el diálogo entre Aristóteles y el cristianismo lo que hizo que la sociedad dejara de quemar herejes.

¿Tal vez esto debería repetirse? ¿Un diálogo entre Aristóteles y el idealismo alemán?

Para los pintores de talento, escultores y arquitectos, la guerra silenciosa todavía no ha acabado

MEAM
Odd Nerdrum